Un salón de conferencias, 30 sillas, 15 personas, un proyector encendido, aguas y galletas. Sabemos el tema, pero nos miramos esperando que mágicamente llegue una gran masa de personas interesadas en saber qué pasará con el mineral en el futuro, qué camino tomará el Estado a través del Gobierno y más aún, cómo se beneficiará el país con ello.
La espera puede ser tan larga como la indiferencia de la masa, pero todo comienza con el grupo de personas que están distribuidos dentro del salón. Han sido convocados para preguntar, opinar y conocer, son agentes activos dentro de sus espacios comunitarios: laboral, social, político.