Hoy, nuestro pueblo chileno enfrenta uno de sus episodios más oscuros. Nos estamos enfrentando a una crisis sanitaria mundial que comienza en la expansión del COVID 19, desde China, pero que hoy trasciende el espacio de salud e impacta la vida laboral, la vida familiar y el desarrollo social. Estamos siendo testigos de cómo más de dos mil familias chilenas hoy lloran, con dolor, la partida de alguno de sus integrantes y se enfrentar a la frialdad de un último adiós al que no todos pueden asistir.
Más allá de las muertes, que a todos nos duelen, estamos siendo testigos de cómo Chile se muestra tal cual es. Durante más de treinta años, pensamos equivocadamente, que habíamos avanzado hacia el desarrollo, hacia el progreso y que nos encaminábamos a ser uno de los países más pujantes de la región. Eso fue lo que muchas autoridades políticas nos hicieron creer: que teníamos acceso a todo lo que pudiéramos comprar, pero hoy nos damos cuenta de que estábamos a años luz de esa versión del desarrollo. A partir de las medidas de confinamiento y cuarentenas hemos visto lo desigual que es este sistema de capitales. Algunos pueden estar en sus casas, cómodos y a buen resguardo, mientras otros deben salir a seguir trabajando para generar ingresos que les permitan alimentarse. El capitalismo en su más dura expresión está acabando con la vida de los menos afortunados.
Frente a esta realidad, la indolencia e indiferencia con que este gobierno actúa nos duele profundamente. No es posible que en temas tan sensibles como la entrega de alimentos haya algunos que busquen obtener réditos políticos. No es posible que, frente a la desigualdad de poder entre el empresario y el trabajador, se tome partido por proteger a quienes abusan de las necesidades de los más vulnerables. Han sido muchos años de desigualdad e injusticias que hoy tienen a nuestro Chile enfrentado.
Como presidente de la Confederación Minera de Chile, he estado reunido con diversas agrupaciones de trabajadores durante este tiempo y es impresentable la cantidad de despidos injustificados que está habiendo en el sector. He observado cómo tampoco están actuando bien los mecanismos de prevención de contagios en las faenas y cómo las mutualidades están en silencio respecto de la realidad de los trabajadores que se han contagiado por tener que ir a cumplir con su deber.
El congreso y nuestros diputados y senadores no lo están haciendo mejor. En concierto con el gobierno, están modificando y aprobando leyes que no benefician directamente a los más necesitados, sino que perjudican los pocos espacios de cierta equidad que hemos ganado, como trabajadores, durante muchos años de trabajo, esfuerzo y luchas.
Hoy, más que nunca, necesitamos estar unidos y apoyarnos entre todos. Ganar la batalla a esta pandemia y detener los efectos negativos que está teniendo en nuestro país es tarea de todos nosotros, pero primero es responsabilidad de las autoridades. Estaremos muy atentos a cada uno de los pasos que se den y aquellos que atenten contra nuestros y nuestras trabajadores y trabajadoras serán denunciados con mucha fuerza y vehemencia.